Cuba anduvo en marcha apretada como la plata en las raíces de los Andes.

El tiempo
me impide muchas veces sentarme a escribir como lo hice durante tantos años. Pero
esta es una ocasión  diferente, me he
dado el lujo de dejar mis ocupaciones habituales para sentarme a disfrutar de
un desfile militar y popular cuyas imágenes hablan por si solas.

Pienso en Fidel quien luego de 50 años de duro bregar desfila en el corazón de
ese pueblo humilde integrado por profesionales, obreros, jubilados,
intelectuales y jóvenes que han conformado una amalgama indestructible.

Pienso en Raúl que satisfecho contempló la marcialidad del pueblo uniformado,
de su ejército, unido, fuerte, organizado e invulnerable.

Pienso en los 5, quienes desde sus oscuras celdas sienten el  orgullo de
ser cubanos, de defender a un pueblo que decidió hace 53 años ser libre y hoy
paga la impotencia de su enemigo con injusticias tan viles como las que los
condenan a duras pruebas.

Pienso en los blandengues que no tuvieron el coraje de someterse

a la batalla que nos impuso el Imperio y hoy sienten la nostalgia de pertenecer
al aguerrido pueblo que esta demostrando al mundo la unidad inquebrantable de
un pueblo en Revolución.

Pero sobre todo pienso en los jóvenes que tienen la gran responsabilidad de dar
continuidad a los 50 años de socialismo, de victorias como la de Girón que hizo
mas libre a toda la América.

Los mismos que protagonizarán las transformaciones que
emprenderá nuestra sociedad para fortalecer el socialismo cubano, a ellos les
corresponde avanzar en la cultura económica que demandan estos tiempos, en la
creatividad, y sobre todo en la fidelidad a la Revolución que los
formó como seres humanos y los educó para ser útiles a la Patria.

Por eso pienso que este Congreso del Partido no pudo tener
mejor preámbulo que este desfile militar y popular que mostró al mundo a un
pueblo que como soñó Martí anduvo en marcha apretada como la Plata en las raíces de los
Andes.