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Convoca Raul a hacer entre todos una Patria mejor.

Convoca Raul a hacer entre todos una Patria mejor.

Lo que nunca haremos es negarle al pueblo el derecho a defender a su
Revolución, puesto que la defensa de la independencia, de las conquistas del
socialismo y de nuestras plazas y calles, seguirá siendo el primer deber de
todos los patriotas cubanos. 



Palabras del Presidente Raúl Castro al presentar el informe central del
VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.



INFORME
CENTRAL AL VI CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA




Compañeras y compañeros:



Iniciamos esta tarde las sesiones del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba
en una fecha trascendental de nuestra historia, el 50 aniversario de la
proclamación del carácter socialista de la Revolución por parte de
su Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, el 16 de abril de 1961 al despedir a
los caídos en los bombardeos a las bases aéreas el día anterior, como preludio
de la invasión mercenaria por Playa Girón, organizada y financiada por el
gobierno de Estados Unidos, que formaba parte de sus planes para destruir la Revolución y
restablecer, con el concierto de la Organización de Estados Americanos (OEA), el
dominio sobre Cuba.



Fidel decía entonces al pueblo armado y enardecido: “Eso es lo que no pueden
perdonarnos [...] que hayamos hecho una Revolución socialista en las propias
narices de Estados Unidos [...] Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y
democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta
Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos
dispuestos a dar la vida”. Fin de la cita.



La respuesta a ese llamado no se hizo esperar y en el enfrentamiento a la
agresión varias horas después, los combatientes del Ejército Rebelde, policías
y milicianos derramaron, por vez primera, su sangre en defensa del socialismo y
alcanzaron la victoria antes de 72 horas, bajo la conducción del propio
compañero Fidel.



La Revista Militar que presenciamos en la mañana de hoy, dedicada a las jóvenes
generaciones y particularmente la vibrante marcha del pueblo a continuación,
son una prueba elocuente de las fuerzas de que dispone la Revolución para seguir
el ejemplo de los heroicos combatientes de Playa Girón.



De la misma forma haremos en ocasión del Día Internacional de los Trabajadores,
el próximo primero de mayo, a lo largo y ancho del país, para patentizar la
unidad de los cubanos en defensa de su independencia y soberanía nacional,
conceptos que la historia ha probado que sólo es posible conquistar con el
socialismo.



Este Congreso, como órgano supremo de la organización partidista, según se
establece en el artículo 20 de sus Estatutos, que reúne hoy a mil delegados en
representación de cerca de 800 mil militantes agrupados en más de 61 mil
núcleos, en la práctica comenzó el 9 de noviembre del pasado año, cuando fue
presentado el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica
y Social del Partido y la
Revolución, cuestión que, como ya se ha indicado, constituye
el tema principal del evento, en el cual están cifradas grandes expectativas
del pueblo.



A partir de entonces se celebraron numerosos seminarios que sirvieron al
propósito de esclarecer y profundizar en el contenido de los Lineamientos y de
ese modo preparar adecuadamente a los cuadros y funcionarios, que a su vez
encabezarían el proceso de discusión con la militancia, las organizaciones de
masas y la población en general.



Durante tres meses, del primero de diciembre del 2010 al 28 de febrero del
presente año, se desarrolló el debate, en el cual participaron 8 millones 913
mil 838 personas en más de 163 mil reuniones efectuadas en el seno de las
diferentes organizaciones, registrándose una cifra superior a tres millones de
intervenciones. Cabe aclarar que en el conjunto de participantes se incluyen,
sin haberse definido con exactitud, decenas de miles de militantes del Partido
y la UJC, que
asistieron tanto a las reuniones de sus núcleos o comités de base como a las
celebradas en los centros de trabajo o estudio y además en las comunidades
donde residen. Es también el caso de quienes no militan y participaron en sus
colectivos de trabajo y posteriormente en los respectivos barrios.



La propia Asamblea Nacional del Poder Popular dedicó casi dos jornadas
completas en su última sesión ordinaria, el pasado diciembre, a analizar entre
los diputados el proyecto de Lineamientos.



Este proceso puso de manifiesto la capacidad del Partido para conducir un
diálogo serio y transparente con la población sobre



cualquier asunto, por sensible que éste fuera, máxime cuando se trata de ir
forjando un consenso nacional acerca de los rasgos que deberán caracterizar al
Modelo Económico y Social del país.



Al propio tiempo, los resultados del debate, por los datos recopilados,
constituyen un formidable instrumento de trabajo, para la dirección del
Gobierno y el Partido a todos los niveles, así como una suerte de referéndum
popular respecto a la profundidad, alcance y ritmo de los cambios que debemos
introducir.



En un verdadero y amplio ejercicio democrático, el pueblo manifestó libremente
sus opiniones, esclareció dudas, propuso modificaciones, expresó sus
insatisfacciones y discrepancias y también sugirió abordar la solución de otros
problemas no contenidos en el documento.



Una vez más se pusieron a prueba la confianza y unidad mayoritaria de los
cubanos en torno al Partido y la
Revolución, unidad que no niega diferencias de opiniones,
sino que se fortalece y consolida con ellas. Todos los planteamientos, sin
exclusión alguna, fueron incorporados al análisis, lo que permitió enriquecer
el proyecto que se somete a la consideración de los delegados al Congreso.



No sería infundado expresar que, en su esencia, el Congreso ya se celebró en
medio de ese magnífico debate con la población. A los delegados nos quedaría en
estas sesiones realizar la discusión final del proyecto y la elección de los
órganos superiores de dirección partidista.



La Comisión de Política Económica del VI Congreso del Partido, encargada
primero de la elaboración del proyecto de Lineamientos, fue responsabilizada
después con la organización del proceso de su debate y trabajó en las cinco
direcciones principales siguientes:



1. La reformulación de los Lineamientos teniendo en cuenta las opiniones
recogidas.



2. Organización, orientación y control de su instrumentación.



3. La preparación minuciosa de los cuadros y otros participantes para la
implementación de algunas de las medidas ya en ejecución en estos momentos.



4. Supervisión sistemática a los organismos y entidades encargados de poner en
práctica las decisiones derivadas de los Lineamientos y evaluación de sus
resultados.



5. Conducción de la divulgación a la población.



En cumplimiento de lo anterior, se reformuló el proyecto de Lineamientos, el
cual fue sometido a análisis, los días 19 y 20 de marzo, en sendas sesiones del
Buró Político y el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, con la
participación del Secretariado del Comité Central del Partido, los cuadros centro
de la Central
de Trabajadores de Cuba (CTC) y demás organizaciones de masas y de la Unión de Jóvenes Comunistas
(UJC), resultando aprobado en esa instancia, también en calidad de proyecto,
que se distribuyó a ustedes para su examen durante tres días en el seno de cada
una de las delegaciones provinciales al Congreso, con la intervención activa de
los invitados y que será debatido en las cinco comisiones de este evento
partidista para su aprobación.



A continuación brindaré algunos datos para ilustrar al pueblo sobre los
resultados de la discusión de los Lineamientos, aunque posteriormente se
publicará una información detallada.



El documento original contenía 291 lineamientos, de los cuales 16 fueron
integrados en otros, 94 mantuvieron su redacción, en 181 se modificó su
contenido y se incorporaron 36 nuevos, resultando un total de 311 en el actual
proyecto.



Estos números, en simple aritmética, constatan la calidad de la consulta, donde
en mayor o menor medida, algo más de dos tercios de los lineamientos, exactamente
el 68%, fueron reformulados.



Este proceso se rigió por el principio de no hacer depender la validez de una
propuesta de la cantidad de opiniones vertidas. Muestra de ello es que varios
de los lineamientos fueron modificados o suprimidos, partiendo del
planteamiento de una sola persona o un número reducido de ellas.



Asimismo, es necesario explicar que algunos pronunciamientos no se ven
reflejados en esta etapa, ya sea porque se requiere profundizar en la temática,
al no disponerse de las condiciones requeridas o en otros casos, por entrar en
abierta contradicción con la esencia del socialismo, como por ejemplo, 45
proposiciones que abogaron por permitir la concentración de la propiedad.



Quiero con esto exponer que, aunque como tendencia existió en general
comprensión y apoyo al contenido de los lineamientos, no hubo unanimidad ni
mucho menos y eso era precisamente lo que necesitábamos, si de verdad
pretendíamos una consulta democrática y seria con el pueblo.



Por lo anterior, podemos calificar con total seguridad a los lineamientos como
la expresión de la voluntad del pueblo contenida en la política del Partido, el
Gobierno y el Estado, de actualizar el Modelo Económico y Social con el
objetivo de garantizar la continuidad e irreversibilidad del socialismo, así
como el desarrollo económico del país y la elevación del nivel de vida,
conjugados con la necesaria formación de valores éticos y políticos de nuestros
ciudadanos.



Como era de esperar, en la discusión de los Lineamientos, la mayor cantidad de
proposiciones se concentró en el capítulo SEXTO “Política Social” y el capítulo
SEGUNDO “Políticas macroeconómicas”, sumando ambos el 50.9% del total. Les
siguieron, en orden descendente, los capítulos ONCENO “Políticas para las
Construcciones, Viviendas y Recursos Hidráulicos”, el DÉCIMO “Política para el
Transporte” y el capítulo PRIMERO “Modelo de Gestión Económica”. En estos cinco
capítulos, del total de 12, se agrupa el 75% de las opiniones.



Por otra parte, en 33 lineamientos, el 11% del total, se aglutinó el 67% de las
propuestas, siendo los lineamientos: 162, que trata la eliminación de la
libreta de abastecimientos, el 61 y 62 sobre la política de precios, el 262
acerca de la transportación de pasajeros, el 133 referente a la educación, el
54 relativo a la unificación monetaria y el 143 asociado a la calidad de los
servicios de salud, los que motivaron una mayor cantidad de proposiciones.



La libreta de abastecimientos y su eliminación fue, sin dudas, el asunto que
provocó más intervenciones de los participantes en el debate y es lógico que
así fuese; dos generaciones de cubanos han pasado su vida bajo este sistema de
racionamiento que, a pesar de su nocivo carácter igualitarista, brindó durante
décadas a todos los ciudadanos el acceso a alimentos básicos a precios
irrisorios, altamente subsidiados.



Este instrumento de distribución, si bien fue introducido en los años 60 con
una vocación igualitaria en momentos de escasez, para proteger a nuestro pueblo
de la especulación y el acaparamiento con fines de lucro por parte de unos
pocos, se ha venido convirtiendo, con el decursar de los años, en una carga
insoportable para la economía y en un desestímulo al trabajo, además de generar
ilegalidades diversas en la sociedad.



Como la libreta está diseñada para cubrir a los más de 11 millones de cubanos
por igual, no faltan ejemplos absurdos como que el café normado se abastece
hasta a los recién nacidos. Lo mismo pasaba con los cigarros hasta septiembre
del 2010 que se surtía sin distinguir a fumadores y no fumadores, propiciando
el crecimiento de este dañino hábito en la población.



En este sensible tema el abanico de opiniones es muy amplio, desde quienes
sugieren suprimirla de inmediato hasta aquellos que se oponen enfáticamente a
su eliminación y proponen normarlo todo, incluyendo los artículos industriales.
Otros opinan que para combatir el acaparamiento y garantizar el acceso de todos
a los alimentos básicos, debería, en una primera etapa, mantenerse la cuota
normada, aunque los precios dejen de subsidiarse. No pocos recomiendan privar
de la libreta a los que no estudien o trabajen, o aconsejan que los ciudadanos
con mayor ingreso voluntariamente prescindan de este sistema.



Ciertamente la canasta familiar normada, justificada en circunstancias
históricas concretas, al haberse mantenido durante tanto tiempo, contradice en
su esencia el principio de la distribución que debe caracterizar al socialismo,
o sea, “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo” y esta
situación debe ser superada.



Al respecto, considero propicio recordar lo planteado por el compañero Fidel en
el Informe Central al Primer Congreso del Partido el 17 de diciembre de 1975,
cito: “En la conducción de nuestra economía hemos adolecido indudablemente de
errores de idealismo y en ocasiones hemos desconocido la realidad de que
existen leyes económicas objetivas a las cuales debemos atenernos”. Fin de la
cita.



El problema que enfrentamos no es de concepto, radica en cómo, cuándo y con qué
gradualidad lo haremos. La supresión de la libreta no constituye un fin en sí
mismo, ni puede verse como una decisión aislada, sino como una de las
principales medidas que será imprescindible aplicar para erradicar las
profundas distorsiones existentes en el funcionamiento de la economía y la
sociedad en su conjunto.



A nadie en su sano juicio en la dirección de este país se le puede ocurrir
decretar de golpe la eliminación de ese sistema, sin previamente crear las
condiciones para ello, lo que se traduce en realizar otras transformaciones del
Modelo Económico en aras de incrementar la eficiencia y la productividad del
trabajo, de modo que se puedan garantizar con estabilidad niveles de producción
y oferta de los productos y servicios básicos a precios no subsidiados y a la
vez accesibles a todos los ciudadanos.



Este asunto, lógicamente, guarda estrecha relación con los precios y la
unificación monetaria, los salarios y el fenómeno de la “pirámide invertida”,
que como se aclaró en el Parlamento el pasado 18 de diciembre, se expresa en la
no correspondencia de la retribución salarial con la jerarquía e importancia de
la labor desempeñada, problemáticas que se reflejaron en alta proporción en los
planteamientos realizados.



En Cuba, bajo el socialismo, jamás habrá espacio para las “terapias de choque”
en contra de los más necesitados y que son, tradicionalmente, los que apoyan a la Revolución con mayor
firmeza, a diferencia de los paquetes de medidas que se emplean con frecuencia
por mandato del Fondo Monetario Internacional y otras organizaciones económicas
internacionales en detrimento de los pueblos del Tercer Mundo e incluso, en los
últimos tiempos, en las naciones más desarrolladas, donde se reprimen con
violencia las manifestaciones populares y estudiantiles.



La Revolución no dejará a ningún cubano desamparado y el sistema de atención
social se está reorganizando para asegurar el sostenimiento diferenciado y
racional de aquellos que realmente lo requieran. En lugar de subsidiar
masivamente productos, como hacemos ahora, se pasará progresivamente al apoyo
de personas sin otro sostén.



Este principio conserva total vigencia en el reordenamiento de la fuerza
laboral, ya en marcha, para reducir las plantillas infladas en el sector
estatal, bajo estricta observancia de la idoneidad demostrada, proceso que
continuará adelante, sin prisas, pero sin pausa y su ritmo estará determinado
por nuestra capacidad de ir creando las condiciones requeridas para su total
despliegue.



A ello deberá contribuir, entre otros factores, la ampliación y flexibilización
del trabajo en el sector no estatal. Esta forma de empleo, a la que se han
acogido algo más de 200 mil cubanos de octubre del pasado año a la fecha,
duplicándose la cantidad de trabajadores por cuenta propia, constituye una
alternativa laboral amparada en la legislación vigente y por tanto, debe contar
con el apoyo, respaldo y protección de las autoridades, a todos los niveles, al
tiempo que se exija, con el rigor que demanda la ley, el estricto cumplimiento
de sus obligaciones, incluyendo las tributarias.



El incremento del sector no estatal de la economía, lejos de significar una
supuesta privatización de la propiedad social, como afirman algunos teóricos,
está llamado a convertirse en un factor facilitador para la construcción del
socialismo en Cuba, ya que permitirá al Estado concentrarse en la elevación de
la eficiencia de los medios fundamentales de producción, propiedad de todo el
pueblo y desprenderse de la administración de actividades no estratégicas para
el país.



Ello, por otra parte, favorecerá que el Estado continúe asegurando a toda la
población por igual y de manera gratuita, los servicios de Salud y Educación,
protegerlos de forma adecuada mediante los sistemas de Seguridad y Asistencia
Social, promover la cultura física y el deporte en todas sus manifestaciones y
defender la identidad y la conservación del patrimonio cultural y la riqueza
artística, científica e histórica de la nación.



El Estado Socialista tendrá entonces mayores posibilidades de hacer realidad el
pensamiento martiano que preside a nuestra Constitución: “Yo quiero que la Ley primera de nuestra
República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.



Corresponde al Estado defender la soberanía e independencia nacional, valores
que enorgullecen a los cubanos y continuar garantizando el orden público y la
seguridad ciudadana que distinguen a Cuba por ser uno de los países más seguros
y tranquilos del mundo, sin narcotráfico ni crimen organizado, sin niños o
adultos mendigos, sin trabajo infantil, sin cargas de caballería contra los
trabajadores, estudiantes u otros sectores de la población, sin ejecuciones
extrajudiciales, cárceles clandestinas ni torturas, a pesar de las campañas que
sin prueba alguna constantemente se orquestan contra nosotros, ignorando con
marcada intención que todas esas realidades son, en primer lugar, derechos
humanos fundamentales, a los que ni siquiera se puede aspirar por la mayoría de
los habitantes del planeta.



Ahora bien, para poder garantizar todas esas conquistas del socialismo sin retroceder
en su calidad y alcance, los programas sociales deben caracterizarse por una
mayor racionalidad, de manera que con gastos menores se obtengan resultados
superiores y sostenibles en el futuro y que además guarden una adecuada
correlación con la situación económica general de la nación.



Como se aprecia en los Lineamientos, estas ideas tampoco están reñidas con la
importancia que otorgamos a la separación precisa del papel que corresponde
jugar en la economía a los organismos estatales, por una parte, y a las
empresas por la otra, asunto que por décadas se ha visto plagado de confusiones
e improvisaciones y que estamos obligados a solucionar a mediano plazo en el
marco del perfeccionamiento y fortalecimiento de la institucionalidad.



La comprensión plena de estos conceptos nos permitirá avanzar con solidez y sin
retrocesos en la paulatina descentralización de facultades, desde el Gobierno
Central hacia las administraciones locales y desde los ministerios y otras
entidades nacionales en favor de la autonomía creciente de la empresa estatal
socialista.



El modelo excesivamente centralizado que caracteriza actualmente nuestra
economía deberá transitar, con orden y disciplina y con la participación de los
trabajadores, hacia un sistema descentralizado, en el que primará la
planificación, como rasgo socialista de dirección, pero no ignorará las
tendencias presentes en el mercado, lo que contribuirá a la flexibilidad y
permanente actualización del plan.



La experiencia práctica nos ha enseñado que el exceso de centralización
conspira contra el desarrollo de la iniciativa en la sociedad y en toda la
cadena productiva, donde los cuadros se acostumbraron a que todo se decidiera
“arriba” y en consecuencia, dejaban de sentirse responsabilizados con los
resultados de la organización que dirigían.



Nuestros empresarios, salvo excepciones, se acomodaron a la tranquilidad y
seguridad de la “espera” y desarrollaron alergia por el riesgo que entraña la
acción de adoptar decisiones, o lo que es lo mismo: acertar o equivocarse.



Esta mentalidad de la inercia debe ser desterrada definitivamente para desatar
los nudos que atenazan al desarrollo de las fuerzas productivas. Es una tarea
de importancia estratégica y no es casual que esté recogida, de una u otra
manera, en los 24 lineamientos del capítulo PRIMERO, “Modelo de Gestión
Económica”.



En esta materia no podemos admitir improvisaciones o apresuramientos. Para
descentralizar y cambiar la mentalidad, es requisito obligado elaborar el marco
regulatorio que defina con claridad las facultades y funciones de cada eslabón,
desde la nación a la base, acompañadas invariablemente por los procedimientos
de control contable, financiero y administrativo.



Ya se viene avanzando en esta dirección. Desde hace casi dos años se iniciaron
los estudios para perfeccionar el funcionamiento, así como la estructura y
composición de los órganos de Gobierno en los diferentes niveles de dirección,
obteniéndose como resultado la puesta en vigor del Reglamento del Consejo de
Ministros, la reorganización del sistema de trabajo con los cuadros del Estado
y el Gobierno, la introducción de procedimientos de planificación de las
actividades principales, el establecimiento de las bases organizativas para
disponer de un sistema de información del Gobierno, efectivo y oportuno, con su
infraestructura de infocomunicaciones y la creación, con carácter experimental,
bajo una nueva concepción funcional y estructural, de las provincias Mayabeque
y Artemisa.



Para comenzar a descentralizar facultades, deberá rescatarse por parte de los
cuadros estatales y empresariales, el notorio papel que corresponde jugar al
contrato en la economía, tal y como se expresa en el lineamiento número 10.
Ello también contribuirá a restablecer la disciplina y el orden en los cobros y
pagos, asignatura con calificaciones insatisfactorias en buena parte de nuestra
economía.



Como subproducto no menos importante, el uso adecuado del contrato como
herramienta reguladora de las interrelaciones entre los diferentes actores
económicos, devendrá un efectivo antídoto contra el extendido hábito del
“reunionismo”, o lo que es lo mismo, el exceso de reuniones, chequeos y otras
actividades colectivas, frecuentemente presididas por un nivel superior y con
la asistencia improductiva de numerosos participantes, para hacer cumplir lo
que las dos partes de un contrato han firmado como deberes y derechos y que por
falta de exigencia nunca han reclamado su cumplimiento ante las instancias que
el propio documento contractual estableció.



Al respecto cabe destacar las 19 opiniones, en 9 provincias, que reclamaron la
necesidad de disminuir a lo imprescindible el número de reuniones y su
duración. Este tema lo retomaré más adelante, cuando aborde el funcionamiento
del Partido.



Estamos convencidos de que la tarea que tenemos por delante en este y en los
demás asuntos vinculados a la actualización del Modelo Económico, está llena de
complejidades e interrelaciones que tocan, en mayor o menor medida, todas las
facetas de la sociedad en su conjunto y por ello sabemos que no es una cuestión
a resolver en un día, ni siquiera en un año y que demandará por lo menos un
quinquenio desplegar su implementación con la armonía e integralidad requeridas
y cuando esto se logre, es necesario no detenernos jamás y trabajar en su perfeccionamiento
de manera permanente para estar en condiciones de superar los nuevos retos que
el desarrollo nos vaya dictando.



Se podría afirmar, haciendo un símil, que cada cierto tiempo, en la medida que
se modifique el escenario, el país debe confeccionarse un traje a su medida.



No nos hacemos ilusiones de que los Lineamientos y las medidas para la
implementación del Modelo Económico, por sí solas constituirán el remedio
universal para todos nuestros males. Se requerirá a la par elevar a planos
superiores la sensibilidad política, el sentido común, la intransigencia ante
las violaciones y la disciplina de todos, en primer lugar de los cuadros de
dirección.



Lo anterior ha quedado evidenciado fehacientemente en las deficiencias
presentadas en la instrumentación, en meses recientes, de algunas medidas
puntuales, no complejas ni de gran envergadura, a causa de los obstáculos
burocráticos y la falta de previsión de los órganos locales de gobierno,
manifestados en la ampliación del trabajo por cuenta propia.



No es ocioso reiterar que nuestros cuadros tienen que habituarse a trabajar con
los documentos rectores que emiten los órganos facultados y abandonar el
irresponsable vicio de engavetarlos. La vida nos ha aleccionado que no basta
con promulgar una buena norma jurídica, con independencia de que se trate de
una ley o una sencilla resolución. Es preciso además, preparar a los encargados
de ejecutarlas, supervisarlos y comprobar el dominio práctico de lo
establecido. Recuérdese que no hay peor ley que aquella que no se cumple o no
se hace cumplir.



El sistema de escuelas del Partido a nivel de provincia y nación, en paralelo a
la obligada reorientación de sus propios programas, jugará un papel protagónico
en la preparación y recalificación continua en estas materias de los cuadros
partidistas, administrativos y empresariales con el concurso de las
instituciones especializadas del sector de la educación y la valiosa
contribución de los afiliados a la Asociación Nacional
de Economistas y Contadores, tal y como ha quedado demostrado durante el debate
de los Lineamientos.



Al propio tiempo, con el propósito de jerarquizar apropiadamente la
introducción de los cambios requeridos, el Buró Político acordó proponer al
Congreso la constitución de una Comisión Permanente del Gobierno para la Implementación y
Desarrollo, subordinada al Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros,
la cual, sin menoscabo de las funciones que corresponden a los respectivos
Organismos de la
Administración Central del Estado, tendrá la responsabilidad
de controlar, verificar y coordinar las acciones de todos los involucrados en
esta actividad, así como proponer la incorporación de nuevos lineamientos, lo
que será imprescindible en el futuro.



En este sentido hemos considerado conveniente recordar la orientación que el
compañero Fidel incluyó en su Informe Central al Primer Congreso del Partido,
hace ya casi 36 años, acerca del Sistema de Dirección de la Economía, que entonces
nos proponíamos implantar y que por nuestra falta de sistematicidad, control y
exigencia se malogró, cito: “Que los dirigentes del Partido y sobre todo los
del Estado hagan cosa propia y asunto de honor su implantación, tomen
conciencia de su importancia vital y de la necesidad de luchar con todo su
esfuerzo por aplicarlo consecuentemente, siempre bajo la dirección de la Comisión Nacional
creada al efecto [...], y concluía: “[...] divulgar ampliamente el sistema, sus
principios y sus mecanismos a través de una literatura al alcance de las masas,
para que sea un asunto que dominen los trabajadores. El éxito del sistema
dependerá en medida decisiva del dominio del mismo que tengan los
trabajadores”. Fin de la cita.



No me cansaré de repetir que en esta Revolución todo está dicho y la mejor
muestra de ello son las ideas de Fidel que ha venido publicando el periódico
Granma, Órgano Oficial del Partido, a lo largo de estos últimos años.



Lo que aprobemos en este Congreso no puede sufrir la misma suerte que los
acuerdos de los anteriores, casi todos olvidados sin haberse cumplido. Lo que
acordemos en esta y en futuras ocasiones debe constituir una guía para la
conducta y la acción de los militantes y dirigentes del Partido y, para
garantizar su materialización, refrendarse en los instrumentos jurídicos que
corresponda dictar a la
Asamblea Nacional del Poder Popular, el Consejo de Estado o
el Gobierno, según sean sus facultades legislativas, de acuerdo con la Constitución.



Es saludable aclarar, para evitar interpretaciones erróneas,
que los acuerdos de los congresos y de otros órganos de dirección partidista no
se convierten por sí mismos en leyes, sino que son orientaciones de carácter
político y moral, que compete al Gobierno, que es quien administra, regular su
aplicación.



Por esta razón, la
Comisión Permanente de Implementación y Desarrollo incluirá
un Subgrupo Jurídico compuesto por especialistas de alta calificación, el cual
coordinará con los organismos correspondientes, en estricto apego a la
institucionalidad, las modificaciones requeridas en el plano legal para
acompañar la actualización del Modelo Económico y Social, simplificando y
armonizando el contenido de cientos de resoluciones ministeriales, acuerdos del
Gobierno, decretos-leyes y leyes y consecuentemente proponer, en su debido
momento, la introducción de los ajustes pertinentes en la propia Constitución
de la República.



Sin esperar a tenerlo todo elaborado, se encuentran en fase
avanzada las normativas jurídicas asociadas a la compraventa de viviendas y de
automóviles, la modificación del Decreto-Ley 259 para ampliar los límites de
tierra ociosa a entregar en usufructo a aquellos productores agropecuarios con
resultados destacados, así como el otorgamiento de créditos a los trabajadores
por cuenta propia y a la población en general.



Igualmente, consideramos conveniente proponer al Congreso que el futuro Comité
Central incluya, como primer punto, en todos sus plenos, que deberán celebrarse
no menos de dos veces al año, un informe del estado de la implementación de los
acuerdos adoptados en este evento acerca de la actualización del Modelo
Económico y como segundo, el análisis sobre el cumplimiento del plan de la
economía, ya sea del primer semestre o del año en cuestión.



Asimismo recomendaremos a la Asamblea Nacional del Poder Popular, emplear un
proceder semejante en sus sesiones ordinarias, con el propósito de potenciar el
protagonismo inherente a su condición de órgano supremo del poder del Estado.



Partiendo de la profunda convicción de que nada de lo que hacemos es perfecto y
que lo que pareciera serlo hoy, no lo será mañana frente a nuevas
circunstancias, los órganos superiores del Partido y del Poder Estatal y
Gubernamental deben mantener una sistemática y estrecha vigilancia sobre este
proceso y ser capaces de introducir oportunamente los ajustes apropiados para corregir
efectos negativos.



Se trata, compañeras y compañeros, de estar alertas, poner los pies y los oídos
sobre la tierra y cuando surja un problema práctico, en cualquier esfera o
lugar, los cuadros en los distintos niveles actúen con prontitud e intencionalidad
y no volvamos a dejarle al tiempo su solución, pues por experiencia propia
conocemos, que lo único que sucede es que se complica todavía más.



Del mismo modo, debemos cultivar y preservar la interrelación incesante con las
masas, despojada de todo formalismo, para retroalimentarnos eficazmente de sus
preocupaciones e insatisfacciones y que sean precisamente ellas quienes
indiquen el ritmo de los cambios que deban introducirse.



La atención a incomprensiones recientes, asociadas a la reorganización de
algunos servicios básicos, demuestra que cuando el Partido y el Gobierno, cada
uno cumpliendo su rol, con métodos y estilos distintos, actúan con rapidez y
armonía atendiendo las preocupaciones de la población y le razonan a ésta con
claridad y sencillez, se logra el respaldo a la medida y se fomenta la
confianza del pueblo en sus dirigentes.



En la consecución de este empeño la prensa cubana, en sus diferentes formatos,
está llamada a jugar un papel decisivo con el esclarecimiento y difusión
objetiva, constante y crítica de la marcha de la actualización del Modelo
Económico, de modo que con artículos y trabajos sagaces y concretos, en un
lenguaje accesible para todos, se vaya fomentando en el país una cultura sobre
estos temas.



En este frente se requiere también dejar atrás, definitivamente, el hábito del
triunfalismo, la estridencia y el formalismo al abordar la actualidad nacional
y generar materiales escritos y programas de televisión y radio, que por su
contenido y estilo capturen la atención y estimulen el debate en la opinión
pública, lo que supone elevar la profesionalidad y los conocimientos de
nuestros periodistas; si bien es cierto que, a pesar de los acuerdos adoptados
por el Partido sobre la política informativa, en la mayoría de las veces ellos
no cuentan con el acceso oportuno a la información ni el contacto frecuente con
los cuadros y especialistas responsabilizados de las temáticas en cuestión. La
suma de estos factores explica la difusión, en no pocas ocasiones, de
materiales aburridos, improvisados y superficiales.



No menos importante será el aporte que nuestros medios de difusión masiva deben
propiciar a favor de la cultura nacional y de la recuperación de valores
cívicos en la sociedad.



Pasando a otro asunto vital, que guarda una relación muy estrecha con la
actualización del Modelo Económico y Social del país y que debe ayudar a su
materialización; nos proponemos celebrar una Conferencia Nacional del Partido,
para llegar a conclusiones respecto a las modificaciones de sus métodos y estilo
de trabajo, con el objetivo de concretar en su actuar, para hoy y siempre, el
contenido del artículo 5 de la
Constitución de la República donde se establece que la organización
partidista es la vanguardia organizada de la nación cubana y fuerza dirigente
superior de la sociedad y del Estado.



Inicialmente habíamos concebido convocar esta Conferencia para diciembre de
2011, sin embargo, teniendo en cuenta las complicaciones propias del último mes
del año y la conveniencia de contar con una prudente reserva de tiempo para
puntualizar detalles, proyectamos realizar ese evento a finales de enero de
2012.



Ya el pasado 18 de diciembre expliqué ante el Parlamento, que debido a las
deficiencias presentadas por los órganos administrativos del Gobierno en el cumplimiento
de sus funciones, el Partido durante años se vio involucrado en tareas que no
le corresponden, limitando y comprometiendo su papel.



Estamos convencidos de que lo único que puede hacer fracasar a la Revolución y el
socialismo en Cuba, poniendo en riesgo el futuro de la nación, es nuestra
incapacidad para superar los errores que hemos cometido durante más de 50 años
y los nuevos en que pudiéramos incurrir.



Lo primero que debemos hacer para enmendar un error es reconocerlo
conscientemente en toda su dimensión y el hecho real es que, a pesar de que
desde los primeros años de la Revolución Fidel diferenció con claridad los
papeles del Partido y el Estado, no fuimos consecuentes en el cumplimiento de
sus instrucciones y nos dejamos llevar por las urgencias y la improvisación.



Qué mejor ejemplo que lo expresado por el líder de la Revolución en fecha tan
temprana como el 26 de marzo de 1962, en comparecencia ante la radio y la
televisión para explicar al pueblo los métodos y el funcionamiento de las Organizaciones
Revolucionarias Integradas (ORI), que antecedieron al Partido, cuando dijo:



“[...] el Partido dirige, dirige a través de todo el Partido y dirige a través
de la administración pública. Un funcionario tiene que tener autoridad. Un
ministro tiene que tener autoridad, un administrador tiene que tener autoridad,
discutir todo lo que sea necesario con el Consejo Técnico Asesor (hoy Consejo
de Dirección), discutir con las masas obreras, discutir con el núcleo, pero
decide el administrador, porque la responsabilidad es suya [...]“. Fin de la
cita. Esa orientación se impartió hace 49 años.



Existen conceptos muy bien definidos y que en esencia conservan plena validez
para alcanzar el éxito en esta dirección, con independencia del tiempo
transcurrido desde que Lenin los formulara, hace ya casi 100 años, los cuales
deben ser nuevamente retomados, de acuerdo con las características y
experiencia de nuestro país.



En 1973, en el marco del proceso preparatorio del Primer Congreso, quedó
definido que el Partido dirige y controla a través de vías y métodos que le son
propios y que se diferencian de las vías, métodos y recursos de que dispone el
Estado para ejercer su autoridad. Las directivas, resoluciones y disposiciones
del Partido no poseen directamente carácter jurídico obligatorio para todos los
ciudadanos, debiendo ser cumplidas tan solo por sus militantes a conciencia,
pues para ello no dispone de ningún aparato de fuerza y coerción. Esta es una
diferencia importante del papel y los métodos del Partido y del Estado.



El poder del Partido descansa básicamente en su autoridad moral, en la
influencia que ejerce sobre las masas y en la confianza que el pueblo deposita
en él. La acción del Partido se fundamenta, ante todo, en el convencimiento que
emana de sus actos y de la justeza de su línea política.



El poder del Estado parte de su autoridad material, que consiste en la fuerza
de las instituciones encargadas de exigir a todos cumplir las normas jurídicas
que emite.



El daño que provoca la confusión en estos conceptos, se expresa, en primer
lugar, en el debilitamiento del trabajo político que debe realizar el Partido,
y en segundo lugar, en el deterioro de la autoridad del Estado y el Gobierno,
pues los funcionarios dejan de sentirse responsables de sus decisiones.



Se trata, compañeras y compañeros, de despojar para siempre al Partido de todas
las actividades no propias de su carácter de organización política, en pocas
palabras, liberarse de funciones administrativas y dedicarnos cada quien a lo
que nos toca.



Muy vinculadas con estas concepciones erróneas están las deficiencias en la
política de Cuadros del Partido, la cual también deberá ser objeto de análisis
por la citada Conferencia Nacional. No pocas lecciones amargas nos han legado
los desaciertos sufridos en este ámbito a causa de la falta de rigor y visión
que abrieron brechas a la promoción acelerada de cuadros inexpertos e inmaduros
a golpe de simulación y oportunismo, actitudes alimentadas también por el
erróneo concepto de que para ocupar un cargo de dirección se exigía, como
requisito tácito, militar en el Partido o la Juventud Comunista.



Esta práctica hay que abandonarla resueltamente y, salvo para
las responsabilidades propias de las organizaciones políticas, la militancia no
debe significar una condición vinculante al desempeño de puesto de dirección
alguno en el Gobierno o el Estado, sino la preparación para ejercerlos y la
disposición de reconocer como suyos la política y el Programa del Partido.



Los dirigentes no surgen de escuelas ni del amiguismo favorecedor, se hacen en
la base, desempeñando la profesión que estudiaron, en contacto con los
trabajadores y deben ascender gradualmente a fuerza del liderazgo que sólo
otorga ser ejemplo en el sacrificio y los resultados.



En este sentido, considero que la dirección del Partido, a todos los niveles,
debe hacerse una severa autocrítica y adoptar las medidas necesarias para
evitar la reaparición de tales tendencias. Ello, a su vez, es aplicable a la
insuficiente sistematicidad y voluntad política para asegurar la promoción a
cargos decisorios de mujeres, negros, mestizos y jóvenes, sobre la base del
mérito y las condiciones personales.



No haber resuelto este último problema en más de medio siglo es una verdadera
vergüenza, que cargaremos en nuestras conciencias durante muchos años, porque
sencillamente no hemos sido consecuentes con las incontables orientaciones que
desde los primeros días del triunfo revolucionario y a lo largo de los años nos
impartió el compañero Fidel, porque además la solución de esta desproporción
formó parte de los acuerdos adoptados por el trascendental Primer Congreso del
Partido y los cuatro que le sucedieron y no aseguramos su cumplimiento.



Asuntos como estos, que definen el futuro, jamás deberán volverse a guiar por
la espontaneidad, sino por la previsión y la más firme intencionalidad política
de preservar y perfeccionar el socialismo en Cuba.



A pesar de que no dejamos de hacer varios intentos para promover jóvenes a
cargos principales, la vida demostró que no siempre las selecciones fueron
acertadas. Hoy afrontamos las consecuencias de no contar con una reserva de
sustitutos debidamente preparados, con suficiente experiencia y madurez para
asumir las nuevas y complejas tareas de dirección en el Partido, el Estado y el
Gobierno, cuestión que debemos solucionar paulatinamente, a lo largo del
quinquenio, sin precipitaciones ni improvisaciones, pero empezar tan pronto
como concluya el Congreso.



A esto contribuirá, además, el fortalecimiento del espíritu democrático y el
carácter colectivo del funcionamiento de los órganos de dirección del Partido y
del poder estatal y gubernamental, al tiempo que se garantice el
rejuvenecimiento sistemático en toda la cadena de cargos administrativos y
partidistas, desde la base hasta los compañeros que ocupan las principales
responsabilidades, sin excluir al actual Presidente de los Consejos de Estado y
de Ministros ni al Primer Secretario del Comité Central que resulte electo en
este Congreso.



Al respecto, hemos arribado a la conclusión de que resulta recomendable
limitar, a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años, el desempeño
de los cargos políticos y estatales fundamentales. Ello es posible y necesario
en las actuales circunstancias, bien distintas a las de las primeras décadas de
la Revolución,
aún no consolidada y por demás sometida a constantes amenazas y agresiones.



El reforzamiento sistemático de nuestra institucionalidad, será a la vez
condición y garantía imprescindible para que esta política de renovación de los
cuadros jamás ponga en riesgo la continuidad del socialismo en Cuba.



En esta esfera estamos empezando con un primer paso, al reducir sustancialmente
la nomenclatura de los cargos de dirección, que correspondía aprobar a las
instancias municipales, provinciales y nacionales del Partido y delegar a los
dirigentes ministeriales y empresariales facultades para el nombramiento,
sustitución y aplicación de medidas disciplinarias a gran parte de los jefes
subordinados, asistidos por las respectivas comisiones de cuadros, en las
cuales el Partido está representado y opina, pero las preside el dirigente
administrativo, que es quien decide. La opinión de la organización partidista
es valiosa, pero el factor que determina es el jefe, ya que debemos preservar y
potenciar su autoridad, en armonía con el Partido.



En cuanto a la vida interna, tema que del mismo modo remitimos al análisis de la Conferencia, pensamos
que debemos meditar en los efectos contraproducentes de viejos hábitos que nada
tienen que ver con el papel de vanguardia de la organización en la sociedad,
entre ellos la superficialidad y formalismo con que se desarrolla el trabajo
político-ideológico, la utilización de métodos y términos anticuados que no
toman en cuenta el nivel de instrucción de los militantes, la realización de
reuniones excesivamente extensas y con frecuencia dentro de la jornada laboral,
que debe ser sagrada, en primer lugar para los comunistas; con agendas muchas
veces inflexibles indicadas por el organismo superior, sin diferenciar el escenario
en que se desarrolla la vida de los militantes, las frecuentes convocatorias a
actividades conmemorativas formales, con discursos más formales todavía, y la
organización de trabajos voluntarios en los días de descanso sin contenido real
ni la debida coordinación, generando gastos y difundiendo el disgusto y la
apatía entre nuestros compañeros.



Estos criterios son aplicables también a la emulación, movimiento que con los
años fue perdiendo su esencia movilizadora de los colectivos obreros, al
transformarse en un mecanismo alternativo de distribución de estímulos morales
y materiales, no siempre justificados con resultados concretos y que en no
pocas ocasiones generó fraudes en la información.



La Conferencia deberá además, considerar las relaciones del Partido con la Unión de Jóvenes Comunistas
y las organizaciones de masas para despojarlas de esquematismos y rutinas y que
todas rescaten su razón de ser, adecuada a las condiciones actuales.



En síntesis, compañeras y compañeros, la Conferencia Nacional
se centrará en potenciar el papel del Partido, como máximo exponente de la
defensa de los intereses del pueblo cubano.



Para alcanzar esta meta se hace imprescindible cambiar la mentalidad, dejar de
lado el formalismo y la fanfarria en las ideas y las acciones, o lo que es lo
mismo, desterrar el inmovilismo fundamentado en dogmas y consignas vacías para
llegar a las esencias más profundas de las cosas, como brillantemente
demuestran en la obra de teatro “Abracadabra” los niños de la compañía “La
Colmenita”.



Sólo así el Partido Comunista de Cuba podrá estar en condiciones de ser, para
todos los tiempos, el digno heredero de la autoridad y la confianza ilimitada
del pueblo en la Revolución
y en su único Comandante en Jefe, el compañero Fidel Castro Ruz, cuyo aporte
moral y liderazgo indiscutible no dependen de cargo alguno y que desde su
condición de soldado de las ideas no ha cesado de luchar y contribuir, con sus
esclarecedoras reflexiones y otras acciones, a la causa revolucionaria y a la
defensa de la Humanidad
frente a los peligros que la amenazan.



A propósito de la situación internacional, dedicaremos algunos minutos a
valorar la coyuntura existente en el planeta.



La salida de la crisis económica global que afecta a todas las naciones no se
vislumbra por su carácter sistémico. Los remedios aplicados por los poderosos
se han dirigido a proteger a las instituciones y prácticas que le dieron origen
y a descargar el terrible peso de las consecuencias sobre los trabajadores en
sus propios territorios y en particular en los países subdesarrollados. La
espiral de precios de los alimentos y del petróleo empuja a cientos de millones
de personas a la pobreza extrema.



Los efectos del cambio climático son ya devastadores y la falta de voluntad
política de las naciones  industrializadas impide adoptar las acciones
urgentes e imprescindibles para prevenir la catástrofe.



Vivimos en un mundo convulso en el que se suceden desastres naturales como los
terremotos de Haití, Chile y Japón, al tiempo que Estados Unidos libra guerras
de conquista en Iraq y Afganistán, que han costado más de un millón de civiles
muertos.



Movimientos populares en países árabes se rebelan contra gobiernos corruptos y
opresores, aliados de los Estados Unidos y la Unión Europea. El
lamentable conflicto en Libia, nación sometida a una brutal intervención
militar de la OTAN,
ha servido otra vez de pretexto a esa organización para exceder sus límites
defensivos originales y expandir a escala global las amenazas y acciones
bélicas en resguardo de intereses geoestratégicos y el acceso al petróleo. El
imperialismo y las fuerzas reaccionarias internas conspiran para desestabilizar
otros países, mientras Israel oprime y masacra al pueblo palestino con total
impunidad.



Los Estados Unidos y la OTAN
incluyen en sus doctrinas el intervencionismo agresivo contra los países del
Tercer Mundo para saquear sus recursos, imponen a las Naciones Unidas el doble
rasero y utilizan de forma cada vez más concertada los poderosos consorcios
mediáticos para ocultar o tergiversar los hechos, según convenga a los centros
de poder mundial, en una farsa hipócrita destinada a engañar a la opinión
pública.



En medio de su compleja situación económica, nuestro país mantiene la
cooperación con 101 naciones del Tercer Mundo. En Haití, el personal médico
cubano, tras cumplir 12 años de intenso trabajo salvando vidas, enfrenta desde
enero del 2010, junto a colaboradores de  otros países, las secuelas del
sismo y la posterior epidemia de cólera con entrega admirable.



A la Revolución
Bolivariana y al compañero Hugo Chávez Frías le expresamos la
más resuelta solidaridad y compromiso, conscientes de la importancia del
proceso que vive el hermano pueblo venezolano para Nuestra América, en el
Bicentenario de su independencia.



Igualmente compartimos los anhelos de los movimientos transformadores en varios
países latinoamericanos, encabezados por prestigiosos líderes que representan
los intereses de las mayorías oprimidas.



Proseguiremos contribuyendo a los procesos integracionistas de la Alianza Bolivariana
para los pueblos de nuestra América (ALBA), la Unión del Sur (UNASUR) y la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que prepara la celebración en Caracas de
su cumbre inicial en julio del presente año, el hecho institucional de mayor
trascendencia en nuestro hemisferio durante el último siglo, pues por vez
primera nos agrupamos por nosotros mismos todos los países al sur del Río
Bravo.



Nos alientan esta América Latina y el Caribe, cada vez más unidos e
independientes, cuya solidaridad agradecemos.



Continuaremos abogando por el Derecho Internacional y respaldamos el principio
de igualdad soberana de los Estados y el derecho a la libre determinación de
los pueblos. Rechazamos el uso de la fuerza, la agresión, las guerras de conquista,
el despojo de los recursos naturales y la explotación del hombre.



Condenamos el terrorismo en todas sus formas, en particular el terrorismo de
Estado. Defenderemos la paz y el desarrollo para todos los pueblos y lucharemos
por el futuro de la
Humanidad.



El gobierno norteamericano no ha cambiado su política
tradicional dirigida a desacreditar y derrocar a la Revolución, por el
contrario, ha continuado el financiamiento de proyectos para promover
directamente la subversión, provocar la desestabilización e interferir en
nuestros asuntos internos. La actual administración ha decidido algunas medidas
positivas, pero sumamente limitadas.



El bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba
persiste e incluso se intensifica bajo la actual presidencia, en particular en
las transacciones bancarias, ignorando la condena casi unánime de la comunidad
internacional que se ha venido pronunciando crecientemente por su eliminación
durante 19 años consecutivos.



Aunque al parecer, como quedó evidenciado en la reciente visita al Palacio de La Moneda en Santiago de
Chile, a los gobernantes de Estados Unidos no les agrada remitirse a la
historia al tratar el presente y el futuro; es preciso significar que el
bloqueo contra Cuba no es una cuestión del pasado, por lo que nos vemos en la
obligación de recordar el contenido de un memorando secreto, desclasificado en
1991, del Subsecretario Adjunto de Estado para los asuntos interamericanos,
Lester D. Mallory, el 6 de abril de 1960, cito: “La mayoría de los cubanos
apoyan a Castro [...] No existe una oposición política efectiva [...] El único
medio posible para hacerle perder el apoyo interno [al gobierno] es provocar el
desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria
[...] Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para
debilitar la vida económica [...] negándole a Cuba dinero y suministros con el
fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar
hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. Fin de la cita.



Observen la fecha del memorando, 6 de abril de 1960, casi un año exacto antes
de la invasión por Playa Girón.



El memorando en cuestión no surgió por iniciativa de ese funcionario, sino que
se enmarcaba en la política de derrocar a la Revolución, al igual
que el “Programa de Acción Encubierta contra el régimen de Castro”, aprobado
por el presidente Eisenhower el 17 de marzo de 1960, 20 días antes que el
memorando citado, utilizando todos los medios disponibles, desde la creación de
una oposición unificada, la guerra sicológica, acciones clandestinas de
inteligencia y la preparación en terceros países de fuerzas paramilitares
capaces de invadir a la isla.



Los Estados Unidos estimularon el terrorismo en las ciudades y ese mismo año,
antes de Playa Girón, fomentaron la creación de bandas contrarrevolucionarias
armadas, abastecidas por aire y mar, que cometieron saqueos y asesinatos de
campesinos, obreros y jóvenes alfabetizadores hasta su aniquilación definitiva
en 1965.



Los cubanos nunca olvidaremos los 3 mil 478 muertos y 2 mil 99 incapacitados
que han sido víctimas de la política de terrorismo de Estado.



Ha pasado medio siglo de privaciones y sufrimientos para nuestro pueblo, que ha
sabido resistir y defender su Revolución y que no está dispuesto a rendirse ni
a mancillar la memoria de los caídos, en los últimos 150 años, desde el
comienzo de nuestras luchas por la independencia.



El gobierno norteamericano no ha cesado de amparar o proteger a connotados
terroristas, mientras prolonga el sufrimiento y la injusta prisión de los Cinco
heroicos luchadores antiterroristas cubanos.



Su política hacia Cuba no tiene credibilidad ni sustento moral alguno. Para
tratar de justificarla, se esgrimen pretextos increíbles que, al volverse
obsoletos, van cambiando según la conveniencia de Washington.



Al gobierno de Estados Unidos no debería quedarle ninguna duda de que la Revolución Cubana
saldrá fortalecida de este Congreso. Si desean seguir aferrados a su política
de hostilidad, bloqueo y subversión, estamos preparados para continuar
enfrentándola.



Reiteramos la disposición al diálogo y asumiremos el desafío de sostener una
relación normal con Estados Unidos, en la que podamos convivir de manera
civilizada con nuestras diferencias, sobre la base del respeto mutuo y la no
injerencia en los asuntos internos.



Al mismo tiempo, mantendremos de manera permanente la prioridad a la defensa,
siguiendo las instrucciones del compañero Fidel, en su Informe Central al
Primer Congreso cuando manifestó, cito: “Mientras exista el imperialismo, el
Partido, el Estado y el pueblo, les prestarán a los servicios de la defensa la
máxima atención. La guardia revolucionaria no se descuidará jamás. La historia
enseña con demasiada elocuencia que los que olvidan este principio no
sobreviven al error”.



En el escenario actual y previsible, conserva total vigencia la concepción
estratégica de la “Guerra de Todo el Pueblo”, la cual se enriquece y
perfecciona de modo constante. Su sistema de mando y dirección se ha visto
fortalecido, incrementando las capacidades para reaccionar ante las diferentes
situaciones excepcionales previstas.



La envergadura defensiva del país adquirió una dimensión superior, tanto en el
plano cualitativo como cuantitativo. Partiendo de los recursos propios
disponibles, se elevó el estado técnico y de mantenimiento, así como de
conservación del armamento y se prosiguió el esfuerzo en la producción y
especialmente la modernización de la técnica militar, teniendo en cuenta sus
prohibitivos precios en el mercado mundial. En esta esfera es justo reconocer
el aporte de decenas de instituciones, civiles y militares, que demostraron las
enormes potencialidades científicas, tecnológicas y productivas que ha creado la Revolución.



El grado de preparación del territorio nacional, como teatro
de operaciones militares, se ha acrecentado significativamente, el armamento
fundamental se encuentra protegido al igual que una parte importante de las
tropas, de los órganos de dirección, así como la población.



Se ha establecido la infraestructura de comunicaciones que asegura el
funcionamiento estable del mando a los diferentes niveles. Se elevaron las
reservas materiales de todo tipo, con mayor escalonamiento y protección.



Las Fuerzas Armadas Revolucionarias, o lo que es lo mismo, el pueblo
uniformado, deberán continuar su permanente perfeccionamiento y preservar ante
la sociedad la autoridad y prestigio conquistados por su disciplina y orden en
la defensa del pueblo y el socialismo.



Abordaremos ahora otro asunto de la actualidad, no menos significativo.



El Partido debe estar convencido de que más allá de los requerimientos
materiales y aun de los culturales, existe en nuestro pueblo diversidad de
conceptos e ideas sobre sus propias necesidades espirituales.



Múltiples son los pensamientos en esta temática del Héroe Nacional José Martí,
hombre que sintetizaba esa conjunción de espiritualidad y sentimiento
revolucionario.



Sobre este tema Fidel se expresaba tempranamente, en 1954 desde el presidio,
evocando al mártir del Moncada Renato Guitart, cito: “La vida física es
efímera, pasa inexorablemente, como han pasado las de tantas y tantas
generaciones de hombres, como pasará en breve la de cada uno de nosotros. Esa
verdad debiera enseñar a todos los seres humanos que por encima de ellos están
los valores inmortales del espíritu.¿Qué sentido tiene aquélla sin éstos? ¿Qué
es entonces vivir? ¡Cómo podrán morir los que por comprenderlo así, la
sacrifican generosamente al bien y a la justicia!”.



Estos valores han estado siempre presentes en su pensamiento, y así lo reiteró
en 1971 al reunirse con un grupo de sacerdotes católicos en Santiago de Chile:
cito: “Yo les digo que hay diez mil veces más coincidencias del cristianismo
con el comunismo que las que puede haber con el capitalismo”.



A esta idea regresará al dirigirse a los miembros de las iglesias cristianas en
Jamaica en 1977; cuando dijo: “Hay que trabajar juntos para que cuando la idea
política triunfe, la idea religiosa no esté apartada, no aparezca como enemiga
de los cambios. No existen contradicciones entre los propósitos de la religión
y los propósitos del socialismo”. Fin de la cita.



La unidad entre la doctrina y el pensamiento revolucionario con relación a la
fe y a los creyentes tiene su raíz en los fundamentos mismos de la nación, que
afirmando su carácter laico propugnaba como principio irrenunciable la unión de
la espiritualidad con la Patria
que nos legara el Padre Félix Varela y los enunciados pedagógicos de José de la Luz y Caballero, quien fue
categórico al señalar: “Antes quisiera, no digo yo que se desplomaran las
instituciones de los hombres -reyes y emperadores-, los astros mismos del
firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de justicia, ese sol
del mundo moral”.



En 1991, el IV Congreso del Partido acordó modificar la interpretación de los
estatutos que limitaba el ingreso a la organización de los revolucionarios
creyentes.



La justeza de esta decisión fue confirmada por el papel que desempeñaron los
líderes y representantes de las diversas instituciones religiosas en las
distintas facetas del quehacer nacional, incluyendo la lucha por el regreso del
niño Elián a la Patria,
en la que se destacó en especial el Consejo de Iglesias de Cuba.



No obstante, se hace necesario continuar eliminando cualquier prejuicio que
impida hermanar en la virtud y en la defensa de nuestra Revolución a todas y a
todos los cubanos, creyentes o no, a los que forman parte de las iglesias
cristianas, entre las que se incluyen la católica, las ortodoxas rusa y griega,
las evangélicas y protestantes; al igual que de las religiones cubanas de
origen africano, las comunidades espiritistas, judías, islámica, budista y las
asociaciones fraternales, entre otras. Para cada una de ellas la Revolución ha tenido
gestos de aprecio y concordia.



El inolvidable Cintio Vitier, ese extraordinario poeta y escritor, quien fuera
diputado de nuestra Asamblea Nacional, con las fuerzas de la pluma y su ética
martiana, cristiana y  profundamente revolucionaria, nos legó advertencias
para el presente y la posteridad que debemos recordar.



Escribió Cintio: “Lo que está en peligro, lo sabemos, es la nación misma. La
nación ya es inseparable de la
Revolución que desde el 10 de octubre de 1868 la constituye,
y no tiene otra alternativa: o es independiente o deja de ser en absoluto.



“Si la Revolución
fuera derrotada, caeríamos en el vacío histórico que el enemigo nos desea y nos
prepara, que hasta lo más elemental del pueblo olfatea como abismo”.



Continúa Cintio:



“A la derrota puede llegarse, lo sabemos, por la intervención del bloqueo, el
desgaste interno, y las tentaciones impuestas por la nueva situación hegemónica
del mundo”.



Después de afirmar que: “estamos en el momento más difícil de nuestra historia”
sentenció: “obligada a batirse con la insensatez del mundo al que fatalmente
pertenece, amenazada siempre por las secuelas de oscuras lacras seculares,
implacablemente hostilizada por la nación más poderosa del planeta, víctima
también de torpezas importadas o autóctonas que nunca en la historia se cometen
impunemente, nuestra pequeña isla se aprieta y se dilata, sístole y diástole,
como un destello de esperanza para sí y para todos”. Fin de la cita.



Debemos referirnos al proceso recientemente concluido de excarcelación de
presos contrarrevolucionarios, de aquellos que en tiempos difíciles y
angustiosos para la Patria
han conspirado contra ella al servicio de una potencia extranjera.



Por decisión soberana de nuestro Gobierno fueron liberados, sin haber cumplido
totalmente sus sanciones. Pudimos hacerlo de manera directa y atribuirnos el
mérito cierto de que lo decidíamos considerando la fortaleza de la Revolución, sin embargo
lo efectuamos en el marco de un diálogo de respeto mutuo, lealtad y
transparencia con la alta jerarquía de la iglesia católica, que contribuyó con
su labor humanitaria a que esta acción concluyera en armonía y cuyos laureles,
en todo caso, corresponden a esa institución religiosa.



Los representantes de esta Iglesia manifestaron sus puntos de vista, no siempre
coincidentes con los nuestros, pero sí constructivos. Esa es al menos nuestra
apreciación, luego de largas conversaciones con el Cardenal Jaime Ortega y el
Presidente de la
Conferencia Episcopal Monseñor Dionisio García.



Con esta acción hemos favorecido la consolidación del más precioso legado de
nuestra historia y del proceso revolucionario: la unidad de la nación.



Asimismo, debemos recordar la contribución del anterior Ministro de Asuntos
Exteriores y Cooperación de España, Miguel Ángel Moratinos, quien brindó
facilidades a la labor humanitaria de la iglesia, de manera que aquellos que
manifestaron ese deseo o aceptaron la idea, viajaran al exterior en unión de
sus familiares. Otros decidieron permanecer en Cuba.



Hemos soportado pacientemente las implacables campañas de desprestigio en
materia de derechos humanos, concertadas desde Estados Unidos y varios países
de la Unión Europea,
que nos exigen nada menos que la rendición incondicional y el desmontaje
inmediato de nuestro régimen socialista y alientan, orientan y ayudan a los
mercenarios internos a desacatar la ley.



Al respecto, es necesario aclarar que lo que nunca haremos es negarle al pueblo
el derecho a defender a su Revolución, puesto que la defensa de la
independencia, de las conquistas del socialismo y de nuestras plazas y calles,
seguirá siendo el primer deber de todos los patriotas cubanos.



Nos esperan días y años de intenso trabajo y de enorme responsabilidad para
preservar y desarrollar, sobre bases firmes y sustentables, el futuro
socialista e independiente de la Patria.



Hasta aquí el Informe Central al VI Congreso.



Muchas Gracias.



Foto de Cubadebate



 





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