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Las parrandas de Remedios: Cultura y tradiciones en el centro de Cuba

Las parrandas de Remedios: Cultura y tradiciones en el centro de Cuba SAN JUAN DE LOS REMEDIOS, 24 de Diciembre: La Iglesia Parroquial Mayor se prepara para auspiciar la tradicional Misa de Aguinaldo o Misa del Gallo y afuera en la Plaza, desde del amanecer los dos barrios conspiran para el montaje de sus obras sin dar a conocer detalles, por momentos se escucha la explosión de un volador y en el rostro de los remedianos se aprecia una alegría diferente porque es el día de su Parranda.
Como hace ya casi dos siglos, la Villa se transforma por esta fecha. Los lugareños han estado laborando todo un año en la concepción y el diseño de los majestuosos trabajos de Plaza, que con miles de bombillas muestran las más increíbles combinaciones a un público extasiado ante tanta belleza e ingenio. Cada uno tiene su misión. En las naves de los barrios El Carmen y San Salvador se le dan los toques finales a las carrozas que abordan siempre un tema universal recreado con arte y exactitud, los músicos afinan sus instrumentos, se alistan los faroles y en varios puntos de la ciudad, con un cuidado extremo se organizan los fuegos que iluminarán el cielo de las noche de fiestas.
Ya están listos todos los elementos que componen la parranda actual, que se ha venido enriqueciendo con la creatividad y la propia cultura de los remedianos, sin perder sus raíces españolas y su mezcla muy ligada a la identidad cubana, porque aunque sus antecedentes pueden estar en Las Fallas de Valencia o Las Gahiatas de Castellón, en España, han ido incorporando elementos de las culturas china en los faroles y africana en la música.
SUS INICIOS:
Corría el invierno del año 1820, se acercaban las Misas de Aguinaldo que tenían lugar del 16 al 24 de diciembre y en la Octava Villa fundada por España el párroco Francisco Vigil de Quiñones, conocido por Francisquillo, ideaba la manera de atraer más feligreses a compartir la celebración en la madrugada. Lanza entonces a las calles a grupos de mozalbetes con latas, piedras, guiras, fotutos y matracas para despertar al vecindario y anunciar el inicio de los festejos religiosos. La ideas gustó, los grupos se van organizando y surgen las orquestas callejeras con un inusual repique que alegraba a todo el pueblo.
Después aparecieron los faroles hechos con arcos de barriles y papel de China para adornar la incipiente festividad, los fuegos artificiales y los pequeños trabajos lumínicos de los ocho barrios en competencia que se montaban en la Plaza Isabel II, de ahí su nombre actual. Ya en el siglo XIX se adicionan los carros triunfales, devenido en las carrozas, hasta 1871, en que se funden en solo dos barrios, con su música identificativa y una eterna rivalidad fraternal.
CULTURA Y TRADICION
Las Parrandas de Remedios son una de las tres fiestas nacionales cubanas, junto a las Charangas de Bejucal y los Carnavales de Santiago de Cuba, por lo arraigada de esta tradición y lo que representa en la cultura de la localidad y sus pobladores. Se diferencia del resto de las fiestas populares por los elementos artísticos que la enriquecen y por la influencia que ejerce en la vida de los remedianos.
En la Parranda confluyen casi todas las manifestaciones del arte. El teatro está presente en los personajes estáticos de las carrozas, compuestas por escenografías que contienen obras plásticas y vestuarios magistralmente diseñados a partir de piezas literarias recreadas por la imaginación popular, con una música característica para cada momento, ya sea el repique, las polkas, las rumbas de desafío y de victoria que acompañan al pueblo en sus bailes arrolladores por las calles principales de ambos barrios.
Celia Estela Rojas Hernández es una genuina remediana, Directora del Museo de las Parrandas y una gran conocedora de esta tradición. Ella asegura que estas fiestas le han dado la oportunidad de conocer el Mundo sin salir de su pequeño terruño porque los temas que se tratan son muy universales, lo mismo han visto representaciones de la Opera de Pekín que las historias egipcias de la Reina Nefertitis y un niño puede conocer la Sonatina de Rubén Dario e incorporarla a su acervo por lo que aprecia visualmente, lo que lee en las leyendas y souvenirs o la música que escucha.
Dice Celia Estela que el remediano está marcado por las celebraciones, pues desde que tiene uso de razón se identifica con un barrio por tradición familiar, sin tener en cuenta el lugar de residencia, son motivos de sus composiciones escolares y sus juegos infantiles, de momentos alegres o tristes y hasta de encuentros con viejos amigos, porque ese día Remedios se llena de esos hijos que por muchas razones están ausentes, pero que no pueden separarse de su Parranda y tienen el 24 de diciembre como fecha obligada para el regreso, estén en otras partes de la Isla o fuera de Cuba.
LA NOCHE DE LA FIESTA-
Llega la noche mágica, se empiezan a iluminar los gigantescos trabajos de Plazas con las más increíbles combinaciones de luces, figuras y colores. A las nueve se saluda con una entrada de fuegos artificiales por parte del barrio que le corresponde, - este año fue San Salvador -, y después cada media hora se suceden tiradas cada vez más fuertes en una reñida competencia que llega al fanatismo. Cerca de las tres de la madrugada salen las carrozas convirtiendo al centro de la villa en un gran teatro, en el que todos atentos tratan de descubrir cada elemento de esa obra, escuchan la leyenda, se recrean con las polkas, hasta que una queda frente a la otra en los lados opuestos de la Plaza. Ya son casi las cuatro de la madrugada, irrumpen nuevamente los voladores, ahora con más fuerza y amanece con el ruido ensordecedor de los explosivos, el olor a pólvora en las calles, los compases de las rumbas de victoria y la alegría de carmelitas y sansarises que se sienten vencedores, pues al final ha ganado Remedios.
UN PREMIO MERECIDO
Todos estos componentes, el hecho artístico en sí, que de alguna manera involucra a los 26 mil remedianos que hoy habitan la ciudad, y su aporte cultural al territorio, hicieron a la Parranda de Remedios merecedora del Premio Nacional de Cultura Comunitaria en un año tan simbólico como el 2000, vaticinando así en el nuevo siglo y milenio una salud imperecedera a la Parranda, que además de fiesta es cultura, tradición e identidad en el Centro de la mayor de las islas del Caribe


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